INFORMACIÓN: La apuesta vital del pueblo Misak en Colombia

Mama Liliana, gobernadora del pueblo Misak./ Foto: Ronald Suárez Maynas.
Mama Liliana, gobernadora del pueblo Misak./ Foto: Ronald Suárez Maynas.

 

Por Ronald Suárez Maynas*/ Servindi

 

En el corazón de la Cordillera Central del Cauca, en Colombia, el pueblo Misak viene librando desde hace décadas una batalla por su autonomía que no sólo es política o territorial, sino profundamente

sanitaria y cultural.Su historia y su propuesta de “salud propia” ponen en evidencia un paradigma distinto al dominante: no se trata únicamente de curar enfermedades, sino de preservar modos de vida, cosmovisión y vínculo con la naturaleza

 

Los misak son un pueblo indígena compuesto por aproximadamente 14.948 personas, organizadas en 3.500 familias y asentadas en un territorio de 16.000 hectáreas.

“Ser misak es asumir una visión holística del mundo: significa reconocerse como hijos del agua, los sueños y la palabra. Su misión ancestral es clara y profunda: defender el territorio, cuidarlo y preservarlo para las futuras generaciones” señala Mama Liliana Pechene  una Mujer Valiente que esta de turno como Gobernadora este año 2025.

 

Autonomía, territorio y salud

 

Desde los años setenta y ochenta, los misak comenzaron a estructurar una autoridad propia y una carta política llamada “Carta Misak” o “Derecho Mayor”— en donde reivindicaban, entre otros, el derecho a la tierra, a la educación propia y al ejercicio de sus sistemas de gobierno tradicionales. En palabras de la comunidad: “La carta política del 93 reconoce el derecho a una educación propia, pero aún sigue en resistencia”. En este marco, la salud propia emerge como parte central del proyecto de autonomía.

 

El territorio misak no es sólo un espacio geográfico: es el tejido que conecta agua, cultivos, ancestros, semillas, lengua, rituales y medicina. Recuperar terreno, reafirmar la autoridad ancestral, implementar su plan de vida todo ello repercute en la salud comunitaria. Porque salud para los misak no es sólo ausencia de enfermedad, sino equilibrio: con la tierra, con la espiritualidad, con la comunidad. Esta cosmovisión está bien documentada: su territorio se compone de páramos, ríos y pisos térmicos diversos, lo que les brinda una vinculación ecológica profunda.

 

Video: Eurekatucanal

 

La salud propia para los Misak

 

Liliana Pechene o mama Liliana, autoridad máxima como Gobernadora del pueblo Misak, afirma que “La salud occidental es un negocio… las enfermedades es negocio… los centros de atención son negocios”. Esta declaración no sólo cuestiona al modelo biomédico convencional centrado en lo individual, lo curativo y lo comercial, sino que reivindica un sistema alternativo articulado que integra medicina ancestral, nutrición autóctona, cultura en su propia lengua, gobernanza comunitaria y una educación propia al servicio del bienestar colectivo.

 

El sistema de salud propia de los misak cuenta con diferentes servicios y estructuras claves.

 

Dispone de un hospital administrado por los misak: la institución IPS “Mamá Dominga” se convierte en un referente de autonomía sanitaria, con médicos y enfermeros de origen misak, lo que reduce barreras culturales y de lengua.

 

También cuenta con un centro de medicina tradicional: por ejemplo, en su territorio existe la «Casa de las Plantas Sierra Morena», con más de 200 especies de plantas medicinales cultivadas y procesadas por la comunidad como parte de su medicina ancestral.

 

Gestiona nutrición, soberanía alimentaria y semillas propias: el trabajo de recuperación de semillas y cultivos nativos demuestra que alimentación, territorio y salud van de la mano.

 

Apuesta por la interculturalidad en salud: investigaciones han mostrado que los misak tienen modelos explicativos de enfermedades distintos al biomédico convencional por ejemplo en estudios de medicina tradicional vs. medicina occidental lo que exige una aproximación culturalmente sensible.

 

Tratan también la prevención y gestión comunitaria ante crises sanitarias: Durante la pandemia de COVID‑19, la comunidad misak implementó medidas combinadas de medicina ancestral y bioseguridad estatal: restricción de entradas al territorio, uso de plantas medicinales, comunicación en lengua propia, articulación con salud pública.

 

Mujeres del pueblo Misak /Foto: Ronald Suárez Maynas.
Mujeres del pueblo Misak /Foto: Ronald Suárez Maynas.

Avances y retos

 

Los avances son visibles: la articulación de salud propia y salud pública, el reconocimiento por parte del Estado de derechos indígenas, la gestión comunitaria de servicios de salud y la elaboración de planes participativos de nutrición y salud. Por ejemplo, un documento del Ministerio de Salud “Plan Participativo de Nutrición y Salud Misak” resume cómo desde 2011 la comunidad decidió avanzar de forma autónoma.

 

Pero los retos también son enormes.

 

Existe resistencia del sistema estatal para reconocer plenamente los gobiernos, las jurisdicciones y las políticas propias. Como señala la comunidad: “A nivel político se avanzó mucho, pero en la realidad no se hizo mucho”.

 

Los jóvenes profesionales retornan al territorio, pero “no todos con el mismo pensamiento de antes”, lo que plantea tensiones generacionales: ¿Cómo mantener la cosmovisión tradicional en nuevas generaciones formadas en el sistema occidental?

 

En salud, la integración entre medicina ancestral y biomédica es compleja. No basta con coexistir, sino con dialogar saberes, construir puentes interculturales.

 

La economía, el territorio y la salud están interconectados: la presión externa por monocultivos, minería, desplazamiento cultural afecta directamente al bienestar y a la salud colectiva.

 

Se requiere mayor inversión, reconocimiento institucional y mecanismos de articulación que respeten los tiempos, lenguas y protocolos del pueblo Misak.

 

La salud como acto de autonomía

 

Para los misak, cuidar la salud es cuidar el territorio, la lengua, las semillas, la memoria. Es una apuesta a que la cosmovisión y la interrelación con la naturaleza pueden salvar vidas de otra manera. Cuando se reconoce que la salud no es solo un servicio técnico, sino parte de un proyecto de vida colectivo, se abre un camino potente.

 

Este enfoque muestra que la autonomía indígena integra dimensiones sociales, culturales y sanitarias, y que apostar por la salud propia no es un lujo, sino una necesidad para la supervivencia de pueblos milenarios que, como los Misak, han resistido cinco siglos de opresión, despojo y marginación. Su propuesta invita a repensar la salud pública no como un sistema aislado, sino como una red compleja: de territorio, comunidad, sabiduría ancestral, ciencia occidental y dignidad.

*Ronald Suarez Maynas es comunicador indígena del pueblo Shipibo Konibo de Perú, y documentalista.

 

Fuente: 

https://www.servindi.org/seccion-pueblos-indigenas-actualidad-reportaje/19/10/2025/salud-y-autonomia-la-apuesta-vital-del

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