Por María José Lorenzo Modia/ The Conversation
Estamos a comienzos del siglo XIX, poco después de los sucesos de la Revolución francesa. Es la época de la Regencia en el Reino Unido, un momento en el que se desencadena la guerra de la Independencia española (1808-1814) contra los franceses con el apoyo británico. Hierve el romanticismo y en 1837 comienza la época victoriana, el cenit de la industrialización y del imperio británico.ll
En estos años, España es un destino común para los europeos que viajan, tanto por su relevancia política y cultural como por su exotismo, además de por su posición estratégica en las rutas a América.
Destaca así la visita de dos mujeres con gran relevancia literaria y política, cuyas experiencias quedaron reflejadas en sus escritos sobre la península.
La primera de las viajeras ilustres sería Elizabeth Vassal Fox (1773-1840), conocida como Lady Holland por su matrimonio con Henry Richard Vassall Fox, tercer barón Holland. Henry, político liberal y uno de los grandes hispanistas de ese período, era además sobrino del ministro de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña, Charles Fox.
Lady Holland
Lady Holland sobresalió en su tiempo porque reunía en su casa de Londres a las grandes mentes pensantes y políticas del Reino Unido, y a todos los extranjeros que llegaban a la capital británica. Holland House acogió a muchos intelectuales españoles exiliados, como Gaspar Melchor de Jovellanos o José María Blanco White, pero también incluía en sus tertulias a Sir Walter Scott, Lord Byron, Charles Dickens, Thomas Macaulay, Benjamin Disraeli y Robert Southey.
Elizabeth Fox visitó España varias veces, hasta el punto de que escribió un diario hispano, editado por el Earl of Ilchester, que no vio la luz hasta 1910 como The Spanish Journal of Lady Holland.
En Inglaterra consideraban que los viajes al sur de Europa eran terapéuticos, probablemente debido al cambio de aires a climas más secos y calurosos. Por eso, el primer viaje de Lady Holland a la península tuvo como objetivo mejorar la salud de su hijo, aunque también pudo deberse al interés hispanista del matrimonio. De hecho, estuvieron en la península tres años, entre 1802 y 1805, y posteriormente en noviembre de 1808, durante la guerra de la Independencia.
Elizabeth, muy bien conectada con las altas esferas políticas de su país y con la intelectualidad europea, también tenía en España contactos con las élites gobernantes y con los intelectuales del país. De hecho, durante su estancia en A Coruña fue recibida por el cónsul británico de la ciudad y por la familia de la escritora Emilia Pardo Bazán. En su relato se ve que también visitaban con frecuencia a los industriales y comerciantes británicos de las localidades que transitaban.
Además, el matrimonio acudía invitado por sus pares hispanos a recepciones, bailes, espectáculos taurinos y casas de campo. Como ejemplo podemos citar sus visitas a Jerez de la Frontera, Cádiz y Granada, donde asistieron a un espectáculo de Guaracha con el virrey de México, Miguel José Azanza, o la recepción que les hizo Carlos IV cuando llegan a Aranjuez.
En el texto, la autora destaca también sus visitas a los teatros para disfrutar de las representaciones, en particular de Shakespeare, Lope de Vega y Calderón. En el corral de comedias de la calle de la Cruz de Madrid acudieron a ver una obra del hispanoamericano Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza.
Igualmente, Elizabeth menciona su gusto por los poemas burlescos de Quevedo e indica su cambio de idea en relación con Don Quijote de la Mancha, un libro que, en su lectura en Inglaterra, le había resultado monótono y burlesco y ahora lo encuentra perfecto.
La religión también le llamó la atención. En particular, las prácticas de la Inquisición –que, en el momento de su viaje, todavía no se había abolido–. En su texto relata su visita a la cárcel y a las salas del Santo Oficio en Murcia, que no pudo visitar en su totalidad por estar reunidos sus miembros. Cuenta que en ellas vio instrumentos de tortura de hierro y un sambenito, esto es, “una gorra de cartón con dibujos de serpientes, escorpiones y demonios vomitando llamas”.
Asimismo, queda patente su gran interés por disfrutar de los maestros españoles de la pintura, entre ellos Antonio Palomino de Castro y Velasco y Murillo.
Un viaje también para investigar
La segunda británica que paseó por España fue Mary Anne Evans, conocida por su seudónimo George Eliot, autora de, entre otras novelas, Middlemarch y considerada una de las mejores escritoras del período victoriano.
Su viaje y el de Lady Holland son mucho más similares de lo que pueda parecer al inicio, precisamente porque sus circunstancias son diferentes. Los primeros, como hemos visto, se relacionaban con soltura en los círculos políticos e intelectuales.
Eliot, décadas más tarde (en 1868), viajó acompañada de su pareja, el filósofo y crítico literario británico George Henry Lewes, una persona también aquejada de mala salud a la que el clima español le venía bien. Como este no estaba separado oficialmente de su esposa (con la que mantenía un matrimonio abierto), la escritora había sido rechazada por su propia familia y tampoco era admitida en las reuniones sociales en Londres, públicas o privadas.
Su respiro era viajar por Europa. Al igual que Elizabeth, Eliot asistió en España a las representaciones teatrales que encontraba en las ciudades que visitaba. La pareja dio cuenta en sus respectivas correspondencias de que buscaban autores españoles concretos cuando llegaban a una librería.
Otro de los elementos coincidentes entre las viajeras es su interés por el arte. Eliot visitó todos los templos y museos en los que podía encontrar obras de los grandes maestros de la pintura española, especialmente en Sevilla, El Escorial y Madrid.
La escritora buscaba inspiración en la cultura española, especialmente para su obra The Spanish Gypsy: A Poem, que publicaría en 1868, tres años después de su viaje. La recepción de este texto, traducido al castellano como La gitanilla española, poema dramático, fue un éxito en el mundo anglosajón. Con motivo del bicentenario del nacimiento de Eliot, en 2020 vio la luz la primera edición en castellano.
Así, estas dos mujeres se trasladaron a España originariamente por problemas de salud de la familia, pero, como demuestran sus publicaciones, también por interés genuino en el país.
Autora: Catedrática de Filología Inglesa, Universidad de la Coruña
Fuente: The Conversation
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