INFORMACIÓN: La Draga, un yacimiento neolítico lacustre único en la península Ibérica

Yacimiento de La Draga, en Banyoles (Girona). / Foto: Istock
Yacimiento de La Draga, en Banyoles (Girona). / Foto: Istock

 

Por Ana Lozano del Campo/ CSIC

 

En la orilla del lago de Banyoles (Girona) se encuentra uno de los mayores asentamientos con restos de madera conservada de los primeros campesinos de Europa, de hace 7.000 años. Un equipo investiga este enclave amenazado por el cambio climático

 

Los restos orgánicos en los yacimientos arqueológicos – semillas, maderas, objetos o estructuras construidos con materiales de origen vegetal o animal, principalmente – suelen ser degradados rápidamente por procesos químicos, mecánicos o por la actividad de organismos que se alimentan de ellos.

 

No obstante, bajo determinadas circunstancias, estos restos pueden llegar hasta nuestro tiempo y aportar una información muy valiosa sobre los usos y costumbres de las poblaciones humanas que habitaron estos enclaves: los materiales que empleaban, lo que construían con ellos, las actividades técnicas vinculadas a su explotación y transformación, las especies del entorno natural, las que utilizaban en su agricultura y ganadería y las que intercambiaban con otros territorios.

 

Este es el caso de la Draga (Banyoles, Girona), el yacimiento de un poblado neolítico lacustre único en la península Ibérica por la excelente conservación de los elementos de origen vegetal, como aquellos en madera que formaron parte de las construcciones que se levantaron en la orilla del lago de Banyoles hace unos 7.000 años.

 

La clave para su conservación son las condiciones constantes de humedad, tanto en la parte del yacimiento sumergida en el lago, como la que se encuentra bajo el nivel freático cerca de la orilla, por la crecida del nivel de estas aguas desde el Neolítico.

 

Xavier Terradas es investigador en el grupo de Arqueología de las Dinámicas Sociales de la Institución Milá y Fontanals de Investigación en Humanidades (IMF-CSIC) y uno de los investigadores principales implicados en el estudio de este yacimiento.

 

“Hasta hace poco, pensábamos que la Draga había estado ocupada a lo largo de unos 400 años por sucesivos y pequeños grupos que iban haciendo y deshaciendo construcciones por toda la superficie que hoy abarca el yacimiento.

 

Sin embargo, recientemente hemos descubierto que el poblado se levantó de una vez en uno o dos años y pudo tener una población próxima a un centenar de habitantes”, desvela el arqueólogo.

 

Dendrocronología para datar el poblado

 

El yacimiento apareció en 1990 durante las obras de acondicionamiento del parque de la Draga para acoger las pruebas de remo de los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992.

 

Desde entonces, el lugar ha revelado información muy destacada sobre cómo vivieron e influyeron en el entorno quienes se asentaron en este enclave.

 

Los restos de materia orgánica que se han encontrado hasta la fecha incluyen más de 2.000 troncos de árboles talados, principalmente robles (Quercus sp.), que utilizaban como postes, tablones o vigas de las viviendas, además de hoces, arcos, cucharones, peines y otros utensilios manufacturados con madera de distintas especies, además de adornos de hueso, concha y cornamenta o fibras vegetales empleadas en la elaboración de cuerdas y cestos.

 

El buen estado de conservación de los troncos con los que levantaron las construcciones ha permitido recurrir a la dendrocronología como método de datación. De los anillos concéntricos del interior de los troncos se puede inferir la edad de los mismos y determinar cuándo estuvo ocupada la Draga y la duración de dicha ocupación.

 

“La mayoría de los troncos tienen un tamaño similar y pertenecen a robles de unos 20 a 25 años de edad. Esta selección, junto con el corte de ramas previo a la tala de los árboles, demuestra que había una gestión precedente de las maderas y de los bosques de donde las obtenían, que no estaban junto al propio asentamiento, sino en las proximidades”, cuenta Terradas.

 

“Hemos tenido que diseñar curvas de calibración específicas para poder datar este yacimiento mediante dendrocronología, ya que las disponibles corresponden al norte de Europa, donde este tipo de yacimientos son mucho más abundantes, pero las condiciones ambientales, y por tanto de crecimiento de los árboles, son diferentes”, explica el investigador.

 

Combinando esta metodología con el método de datación con carbono 14 y estudios de microestratigrafía, han logrado diferenciar dos fases de ocupación a inicios del Neolítico: una que habría comenzado en torno al 5300 aC y habría durado unos 70 años, y otra que habría comenzado hacia 5100 aC y que duró hasta los primeros siglos del siguiente milenio.

 

Isótopos de madera y semillas para caracterizar las prácticas agrícolas

 

La Draga es el yacimiento del Neolítico temprano con mayor abundancia y preservación de restos arqueobotánicos de la península Ibérica. El estudio isotópico de granos de cereales y restos carbonizados de madera ha permitido determinar que el tipo de agricultura que desarrollaron quienes la poblaron era extensiva, se basaba en una buena disponibilidad de agua y en un uso poco abundante de abono.

 

“La presencia de cereales es masiva y evidencia una subsistencia basada en una agricultura cerealista, sobre todo de trigo desnudo (Triticum aestivum/durum), y plenamente desarrollada”, cuenta Raquel Piqué, catedrática del departamento de Prehistoria de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y otra de las investigadoras principales del proyecto.

 

“La composición botánica es excepcional, con macrorrestos no solo de árboles y arbustos, sino también de herbáceas y acuáticas, que empleaban como alimentos, para fabricar elementos arquitectónicos, de cocina o para el tratamiento de fibras vegetales.

 

Esto demuestra su amplio conocimiento de las propiedades de los materiales naturales”, explica la investigadora. Entre los restos hay corteza de tilo con la que cosían haces de fibras de plantas acuáticas en forma de cestas, de las que se han hallado los restos más antiguos de cestería en espiral de Europa.

 

“Tenemos la oportunidad de observar las tecnologías invisibles, las que normalmente intuimos, pero no vemos, como los mangos de madera de utensilios que acaban en las piezas óseas o líticas que solemos encontrar”, añade.

 

También han encontrado un registro polínico de muy buena calidad que les ha permitido obtener una visión exhaustiva de la composición de los bosques y espacios naturales en torno al lago. “Vemos que la construcción del poblado coincide con un descenso del polen de roble, que pone de manifiesto la huella que dejaron en su entorno al talar árboles para construir el poblado, herramientas y obtener leña”, señala Piqué.

 

Esta deforestación local, que no se ha visto en otros puntos de Cataluña, se recupera cuando abandonan el poblado, como evidencia el aumento del polen en etapas posteriores.

 

El cambio climático amenaza la preservación de la Draga

 

“Actualmente, la sequía es una de nuestras principales amenazas. La que hubo en 2022 fue crítica porque, por primera vez desde que tomamos registro, el nivel freático descendió por debajo de las capas donde se encuentran las maderas”, explica Terradas. “Estimamos que el yacimiento tiene unos 15.000 m² y solo hemos excavado 1.000 en 30 años. por tanto, si esta dinámica sigue así, se puede perder gran parte de los restos que aún no hemos estudiado”, añade.

 

Para buscar soluciones, se han integrado en un proyecto internacional con grupos que estudian yacimientos con problemáticas similares en Francia e Italia, porque el contexto mediterráneo es el más amenazado en Europa a causa del cambio climático.

 

Las excavaciones en la Draga se llevan a cabo en tres sectores a distintas alturas con respecto al nivel freático, debido a la inclinación de la orilla. Así, en el sector A, los restos se localizan a poca profundidad de la superficie, por encima del nivel freático y, por tanto, no están protegidos por el agua. En cambio, el sector C, junto a la orilla, se encuentra siempre sumergido porque ahora el lago ocupa más superficie que en el Neolítico y cubre parte de lo que era el poblado.

 

Es el sector B, también en la zona emergida, el que está más amenazado. Pese a que buena parte de los restos se encuentran normalmente bajo el nivel freático y, por tanto, protegidos, si el nivel freático desciende recurrentemente o durante periodos prolongados de tiempo, los restos orgánicos se exponen a condiciones menos favorables para su preservación y pueden acabar perdiéndose.

 

Ahora, el nivel freático se ha recuperado con respecto a aquella sequía, pero aquel evento supuso un aviso que les ha llevado a monitorizar el yacimiento mediante sondas que recogen datos de temperatura o presión atmosférica y que miden las oscilaciones del nivel freático en distintos puntos del yacimiento.

 

Concretamente, están colocadas en los sectores A y B, a las que se va a sumar ahora una tercera en el sector C, dentro del agua, donde almacenan la madera que ya han recuperado, muestreado, estudiado y catalogado en contenedores de plástico inundados. Esta tercera sonda medirá la actividad microbiana para poder estudiar cómo afecta a la conservación de las maderas.

 

La Draga fue declarada bien cultural de interés nacional (BCIN) en la categoría de Zona Arqueológica en 2018. Actualmente, las excavaciones se desarrollan en el marco de un proyecto cuatrienal (2022-2025) que coordina el Museo Arqueológico de Banyoles (MACB) en colaboración con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IMF-CSIC), la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), el Museo de Arqueología de Cataluña (MAC) y su Centro de Arqueología Subacuática (CASC).

 

Fuente: CSIC

https://www.csic.es/es/actualidad-del-csic/la-draga-un-yacimiento-neolitico-lacustre-unico-en-la-peninsula-iberica

 

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