OPINIÓN: Drones, una nueva herramienta para el periodismo de viajes

Podríamos haber pensado que la cosa de los nuevos recursos periodísticos acabaría con la utilización de redes sociales y con la masiva interconectividad existente en la actualidad, pero es impresionante la forma en que los continuos avances tecnológicos e informáticos consiguen encontrar una aplicación en el mundo del periodismo.

Esta tecnología, heredera directa de la utilizada para los VANT (Vehículos Aéreos No Tripulados), permite un control tanto autónomo como remoto de un dispositivo que porta una pequeña cámara -de alta calidad audiovisual, por lo general- pudiendo ofrecer perspectivas desde una mayor altura o de lugares pequeños a los que una persona no puede acceder fácilmente.

Es curiosa la manera en que la cibernética ha avanzado desde una época en la que sus aplicaciones principales estaban ideadas para un fin militar, siendo ejemplo suficiente su propio nacimiento de la mano de Norbert Wiener (1894 – 1964), quién ideó un sistema de artillería automatizado puesto en práctica durante la Segunda Guerra Mundial.

Los drones, producto derivado de esa ciencia, encuentran en el periodismo actual un nuevo frente de batalla pero mucho más pacífico, tanto en sus fines como en sus medios. 

Este periodismo en general, que utiliza dicha tecnología de manera asidua como una herramienta de mayor peso de cara a las demás, recibe el nombre de “Periodismo Drone” o “Drone Journalism”. Pero hemos de evaluar la potencia de estos artefactos en un campo de acción más específico como lo es el Periodismo de Viajes.

Esta especialización del periodismo, que bebe directamente de la perspectiva y de la presencia de la naturaleza  en comunión con la experiencia del viajero, es, si no la que más, de aquellas en las que la reciente incorporación de drones supone una mejora total y muy significativa.

Una persona que disfrute los viajes tanto en su realización como a la hora de hablar de ellos será consciente de la ventaja existente en el hecho de que una cámara le siga en su recorrido, o bien en la posibilidad de captar imágenes desde una altura considerable sin la necesidad de subirse a un helicóptero. Son pobres ejemplos de las muchas aplicaciones que pueden tener lugar en este campo concreto del periodismo.

En la sociedad tecnológica en la que vivimos su adquisición no es demasiado costosa. No se trata de una tecnología complicada que necesite de una formación especial para dominarla a la perfección, ni tampoco se trata de un invento caro que convierta en un problema el factor económico.

Como en el caso de una cámara fotográfica, los precios se mueven entre unos márgenes muy dispares, desde lo más asequible hasta lo más caro, dando opción al consumidor de elegir qué artefacto le interesa más en relación calidad-precio. 

En definitiva, un elemento positivo sin duda que hace las veces de extensión visual del viajero, ampliando su perspectiva y constituyendo, por ende, una mejora en su experiencia.

Podríamos decir que las nuevas tecnologías vuelven a abrirse paso a través de su espacio para prestarse a ser utilizadas de manera distinta en cuanto a la idea principal para la que se crearon. Pero lo más seguro es que seamos los propios periodistas quienes, en un intento por reinventarnos y no quedarnos atrás, o estancados en nuestras técnicas más rudimentarias, vemos más allá de las aplicaciones fundamentales de determinadas tecnologías.

Así, cada avance o mejora en el sector supone un lienzo en blanco sobre el que plasmar nuestro ingenio y nuestra evolución profesional.