Por María Sánchez Mellado
En agosto de 2014 se cumplieron dos mil años de la muerte de Augusto (63 a. C.- 14d. C.), el primer emperador de Roma. A pesar de ser una de las provincias más alejadas de Roma, la influencia de Augusto llegó a España fundando ciudades como Zaragoza (Caesar Agusta) o Mérida (Augusta Emerita), acabando con guerras como las guerras Cántabras y trayendo un paz, la Paz Augusta, que abarcaría todo su mandato. Por ello, este año, designado como Año Augusto, sirve para conmemorar su legado.
Tras el asesinato de Julio César, último dirigente de la República romana, en el año 44 a. C., Marco Antonio se hizo con el poder de Roma, pero éste no contaba con que Julio César había nombrado como sucesor a su sobrino nieto adoptivo Cayo Octavio Turino, llamado a partir de entonces Cayo Julio César Octaviano.
Aprovechando su nuevo título Octaviano volvió a Roma y accedió a su cargo, pero temeroso de que el Senado de Roma sólo lo quisiera para derrotar a Marco Antonio, ambos, Octaviano y Marco Antonio se reunieron en secreto y junto a Lépido crearon el Segundo Triunvirato. Se repartieron el territorio y durante unos años fueron gobernando juntos Roma, pero poco a poco este pacto fue rompiéndose debido a las ambiciones de los tres.
Octavio se hizo con más poder mientras Lépido y Marco Antonio disminuían su capacidad de influir en Roma, al primero se le destituyó de su puesto y fue exiliado y al segundo, Marco Antonio, se le nombró enemigo público por su relación con Cleopatra y fue derrotado en el año 31 a. C. en la Batalla de Accio. A partir de entonces y después de pasar por distintos cargos que iban configurando la estructura romana, Octavio, ahora Cayo Julio César Augusto o sólo Augusto, se convertiría en el primer emperador de Roma.
A partir de entonces, Roma se caracterizó por la paz. Augusto tenía mucho poder económico y contaba con el apoyo de numerosas personas e inició una expansión en distintos niveles que al igual que se produjo en Roma, se dio en Hispania dejando con ello un legado que aún hoy se conserva. Por ello, 2014 ha sido designado como Año Augusto en el que se están realizando numerosas actividades, sobre todo en las ciudades donde el emperador tuvo un papel predominantes. Son el caso de Mérida, Zaragoza, Velilla del Ebro o Córdoba entre otras.
En Aragón, Augusto fundó dos colonias: Celsa, la actual Velilla del Ebro, y Caesar Augusta, actual Zaragoza, única ciudad que contaba en su nombre con los dos apelativos del emperador que fue fundada en el año 14 a. C. Caesar Augusta contaba con un foro, un puerto fluvial, termas públicas, puentes y un teatro. Gracias a su puerto, Zaragoza se convirtió en la principal redistribuidora de mercancías en el valle del Ebro.
En el año 25 a. C. el legado Publio Carisio por orden de Augusto fundó la ciudad Augusta Emerita para asentar a los soldados de las guerras cántabras y que, diez años después, se convirtió en la capital de la provincia de Lusitania. En la actualidad Augusta Emerita se corresponde con la ciudad de Mérida en la que destacan construcciones como el Teatro de Mérida, el anfiteatro, el circo, acueductos, puentes y templos que hicieron de la ciudad una de las más importantes de Hispania.
Todos estas obras, hoy concebidas como monumentos, junto con otras que fueron construyéndose con posterioridad como el Templo de Diana o el Arco de Trajano conforman el Conjunto Arqueológico de Mérida, uno de los más importantes de España y declarado patrimonio de la Humanidad en 1993 por la UNESCO. Mérida ha sabido sacar partido a todo este enclave histórico del que dispone. Así, todos los años se celebra en el Teatro romano el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida que cuenta todos los años con obras y actores de gran nivel.
En ambas ciudades, en Zaragoza y Merida, se están celebrando actividades que incluyen exposiciones - Avgvstvs. Annvs Avgvsti MMXIV en Zaragoza y Augusto y Emerita en Mérida- que se podrán visitar hasta principios de 2015 y que incluyen numerosas piezas de la época de Augusto en la que se fueron conformando estas ciudades.
A Augusto también le debemos llamar así al mes de agosto. Aunque más bien es obra de sus sucesores quienes divinizaron a Augusto y cambiaron el nombre del mes de Sextilis por el de Augustus (Agosto). A partir de entonces los posteriores emperadores adoptarían en su nombre el calificativo de Cesar o Augusto en su honor. Así, el emperador que da nombre al octavo mes influyó de forma muy notable en España, una influencia de la que, afortunadamente, podemos seguir disfrutando.
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