Por CSIC
Los investigadores del Proyecto Djehuty, liderado desde el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), han descubierto en el extremo norte de la necrópolis de Dra Abu el‐Naga, en Luxor (antigua Tebas), un ataúd intacto de un hombre llamado Neb, del año 1600 a.C. correspondiente a la dinastía XVII del antiguo Egipto.
Este hallazgo, realizado durante la XII campaña de excavaciones arqueológicas, arrojan luz sobre la dinastía XVII. En este periodo histórico, aún poco conocido, la ciudad de Tebas se convierte en capital del reino, y se asientan las bases del imperio, y del dominio egipcio sobre Palestina, Siria, y Nubia.
El proyecto, dirigido por el investigador del CSIC José Manuel Galán, del Instituto de Lenguas y Culturas del Mediterráneo y Oriente Próximo, cuenta este año con un equipo de 16 especialistas españoles y cuatro extranjeros.
El descubrimiento de Neb
El cuerpo de Neb ha sido hallado en una cámara sepulcral excavada en la roca a cuatro metros de profundidad. El ataúd, de dos metros de largo y medio metro de ancho, se encuentra en buen estado de conservación, y mantiene brillantes los colores de su decoración original. La entrada fue descubierta perfectamente cerrada con adobes, por lo que ya se intuía que nunca había sido abierta tras depositar el ataúd.
Dentro de la pequeña cámara tallada en la roca se ha recuperado un gran ataúd antropomorfo de madera tallado y decorado siguiendo el estilo característico de la dinastía XVII, denominado “rishi” (que significa “alas” en árabe). “Por ese motivo, el ataúd tiene pintado en la tapa un par de alas extendidas sobre el cuerpo del difunto, como si una diosa alada le abrazara por detrás, otorgándole así su protección en el más allá”, detalla Galán.
“Este estilo de ataúd es muy poco frecuente, pues estuvo en uso sólo durante un breve periodo de tiempo, cuando Egipto no estaba unificado. Así, muy pocos han sido hallados en su lugar original y han sido bien documentados en su contexto arqueológico”, detalla el investigador del CSIC.
Una inscripción recorre desde el pecho hasta los pies la tapa del ataúd dirige una invocación de ofrendas a un hombre llamado Neb. Su momia todavía se encuentra dentro de la caja y, aparentemente, en buen estado.
Este hallazgo, junto con otros llevados a cabo en ese mismo área, confirman que Dra Abu el-Naga era el lugar donde se hicieron enterrar los miembros de la familia real de la dinastía XVII y sus cortesanos, 1600 a. C. Un periodo poco conocido y, al mismo tiempo, clave para entender el origen del imperio Egipcio, así como la estructura y funcionamiento de la administración en la nueva capital del país, Tebas.
La Dinastía XVII: época de guerras
La dinastía XVII se enmarca dentro del periodo histórico denominado Segundo Periodo Intermedio (entre 1800 y 1550 antes de nuestra era), caracterizado por la hegemonía de gobernantes de origen siro‐palestino asentados en el Delta oriental. Se trata de una época de gran complejidad política, en la que la monarquía no controlaba todo el territorio y el poder efectivo se hallaba en manos de los gobernadores locales.
En un contexto político fragmentado, la dinastía XVII, originaria de Tebas, la ciudad meridional más importante, lideró la reconquista y la expulsión de los gobernantes del norte (denominados hicsos). Además, unificó el país y propició el germen de una nueva etapa histórica en Egipto, el Imperio Nuevo, la época de los grandes reyes que forjarían el imperio egipcio desde su nueva capital, Tebas.
Durante los últimos años, el Proyecto Djehuty ha excavado junto al patio de entrada de la tumba del alto dignatario que pone nombre al proyecto. En esa zona se han encontrado hasta el momento varios enterramientos de una época anterior a Djehuty, de la dinastía XVII (1600 a. C). El año pasado, la misión española descubrió un ataúd intacto de un niño de cinco años, y en esta campaña, que está a punto de terminar, se están excavando tres pozos funerarios. Dos de ellos fueron saqueados en época antigua.
Estos hallazgos permiten completar el puzle del trabajo realizado durante estos años en las tumbas de Djehuty, supervisor del Tesoro de la reina Hatshepsut (1470 a. C.), y Hery, cortesano que vivió unos 50 años antes que dicho escriba real.
“Descubrimos entonces que Djehuty, al contrario que el resto de los cortesanos de su época, decidió no ubicar si su tumba en las inmediaciones del templo funerario de la reina Hatshepsut. El superior del Tesoro prefirió la colina de Dra Abu el‐Naga, medio kilómetro más al norte, porque esa zona también era especial, ya que allí descansaban los miembros de la dinastía XVII”, detalla Galán.
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