INFORMACIÓN: Burgenland, la tierra de los castillos.

Burgenlad
Burgenlad. CC Foto tomada por Mewes.

Por Sabrina Fionga

 

Situada en el límite de la llanura austro-húngara se encuentra Burgenland, una tierra lejana, encantadora y desconocida. Su sol brilla 300 días al año, sus casas se parecen a las de las hadas y su vino es un dulce néctar.

Cedido por Hungría después de 1918, Burgenland significa tierra de castillos, debido a su ubicación fronteriza y a su función defensiva contra los otomanos.

 

Para los que quieran viajar en tiempo gótico, los castillos que todavía se pueden visitar son el de Forchtenstein, situado al sur de las montañas Rosaliengebirge. En esta fortaleza se encuentra una preciosa tienda de campaña del visitador turco, botín de guerra de 1686.

 

Lockenhaus, castillo que hoy en día es un hotel, se encuentra en las orillas de un pequeño lago rodeado de pinos.

 

Desde el castillo de Güssing se puede llegar con la mirada al territorio húngaro o a las montañas de Estiria, mientras que en el castillo de Bernste, hoy convertido en un hotel, se puede cenar en la "Sala de los Caballeros" donde no hay electricidad.

 

Burgenland es una tierra fronteriza, una puerta de conexión entre Europa Occidental y los Estados del Este. En ciertos puntos, el cable de tierra sólo es un puñado de kilómetros así que hacen falta pocos pasos hacia adelante o hacia atrás para pasar la frontera austriaca y estar en Hungría.

 

Burgenland es también un enclave metereológico: su clima favorece la presencia de viñedos y huertos que caracterizan la mayoría de su territorio. Testimonios de estas favorables condiciones metereológicas se encuentran por todas partes: la llanura de Panonia y las colinas que se extienden de norte a sur son el destino ideal para aquellos que buscan unas vacaciones en la naturaleza, y dedicados al deporte.

 

Cuenta con alrededor de 278.000 habitantes y el ritmo de vida es agradablemente lento: el día empieza temprano por la mañana; se cuidan los viñedos, los huertos y por la tarde las piscinas naturales de agua caliente son el lugar ideal para descansar antes de la cena que se celebra a las seis de la tarde. Poco desarrolada desde el punto de vista turístico, Burgenland ofrece la posibilidad de olvidarse del ruido de los coches y de la opresión de los rascacielos, haciendo posible un reencuentro con la naturaleza y la paz del espíritu.

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