Por Mariano Belenguer
No sé que mundo nos quedará por ver a los viajeros en las próximas décadas, pero todo hace pensar, lamentablemente, que será menos diverso, igual o más injusto y mucho más degradado y contaminado. La situación geopolítica y la política ambiental mundial que se nos ha mostrado estas últimas semanas no hacen prever que vaya a ser nada halagüeño ni para los viajeros ni para los sedentarios.
El pasado día 10 de diciembre se conmemoró, un año más, la Declaración de los Derechos Humanos. Como siempre sólo sirvió para recordarnos que, a pesar del paso de los años, este documento no ha dejado de ser más que una olvidada lista de buenas intenciones. Un hermoso recetario escrito por la ONU en pro de la justicia y la igualdad del ser humano, reiteradamente ignorado en el tiempo y espacio en el que habitamos. No hay más que viajar con los ojos abiertos por los cuatro confines del planeta para ver su constante incumplimiento.
Pero además esta fecha ha coincidido con el final prorrogado de la llamada Convención de Clima (COP 17), en la ciudad del Durban, en Sudáfrica. Tras días de intensos debates entre las delegaciones de los países participantes, la única conclusión y acuerdo real y práctico al que se ha llegado se resume en una palabra: ninguno.
Como siempre, declaraciones de buenas intenciones, convenios, compromisos no vinculantes y que cada cual contamine lo que le plazca. Los resultados de esta Convención no pueden ser más patéticos: los países más contaminantes han tomado la decisión de pasarse el Convenio de Kioto por el forro de sus chimeneas. Eso sí, han aprobado un fondo de apoyo a los países en vías de desarrollo para ayudarles a que no contaminen. En definitiva, han manifestado el firme propósito de dejar el asunto del clima para más adelante.
De nada sirvieron los datos aportados a la Convención de Durban por la Organización Metereológica Mundial que señalan el año 2011 como uno de los más calurosos desde que se tiene registros.
Para más inri, también en estas últimas semanas del año, los gobernantes de Brasil se han cubierto de gloria aprobando el nuevo Código Forestal que, como no lo frene nadie, va a permitir amnistiar a los delincuentes ambientales y dará cancha libre a las motosierras de la deforestación de la selva amazónica.
Lo más irónico de la situación es que la Organización de las Naciones Unidas declaró el año 2011 como el “Año Internacional de los Bosques”.
Los astrónomos de la NASA han descubierto un planeta a 600 años luz que podría tener agua y características parecidas al planeta Tierra. Lo han llamado Kepler-22b. A ver si con un poco de suerte terminamos hallando allí vida inteligente, aunque sólo sea la de un mosquito; porque aquí, desgraciadamente cada vez hay menos vida y menos inteligencia. Yo me cogeré un billete a Kepler en cuanto abran allí un aeropuerto. Eso sí, que no sea low cost porque el viaje es largo.
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David C. (martes, 27 diciembre 2011 17:28)
Gracias por compartir toda la información.