Por Daniel Barberá
Desde hace varias décadas se pueden observar en las ciudades con más alto índice de población una práctica que se está extendiendo con el paso del tiempo. Se trata del Guerrilla Gardening. Este término acoge y mezcla todo lo moderno y alternativo del graffitti y lo ecológico y respeto al medio ambiente.
Esta práctica consiste en el arte de pintar paredes o fachadas de edificios destruidos para decorar las calles, además de darle vida a las zonas más degradadas y olvidadas de las ciudades mediante la siembra de flores y hortalizas. Sin embargo, frente al graffitti tradicional del uso de aerosoles dañinos a la Capa de Ozono, estos artistas utilizan mezclas de materiales naturales libres de sustancias contaminantes para exhibir sus creaciones al público.
Artistas de Nueva York, Londres o París ya se han apuntado a esta moda, que resulta un placer para la vista, al poder observar un claro contraste entre calles aglomeradas y pequeñas muestras de arte ecológico.
Anna Garforth o Edina Tokodi son dos de sus máximos exponentes. Entre sus técnicas destacan la utilización de azúcar, yogur y musgo para escribir mensajes reivindicativos, o dibujos de animales y signos que inviten a los ciudadanos a reflexionar sobre el rumbo del planeta.
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